Yofukashi no Uta

Sensación: divagación existencialista.

Ritmo: contemplativo.

Ideal para: una noche de insomnio.

Destaca por: su arte y elaborados diálogos.

Presta oído a: el tema que catapultó a Creepy Nuts.

Clave visual: monocromos eléctricos, uso esquizofrénico de la cámara.

Para amantes de: la introspección, el vampirismo y el cine de autor.

Sorprendente por: su apuesta tanto visual como de exposición arriesgada.

En plena segunda temporada, echamos el freno y miramos hacia atrás. Yofukashi no Uta (Call of the Night) es una explosión visual que nos invade la retina, pero a pesar de sus tonos estridentes, se antoja sosegada, conectada con la vida noctámbula urbana, no del bullicio sino de quienes deambulan por sus calles semivacías perdidos en la noche. Un paseo sin rumbo que sin embargo, a cada paso nos acerca a un destino al que no somos conscientes que nos dirigimos. Es un viaje, no físico, sino interior sobre la propia razón de ser de los vínculos que establecemos. No es una travesía para neófitos, sino para aventureros curtidos en la verbosidad y el arte mayúsculo.

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Cae la noche. Un adolescente abre la puerta de su casa sin hacer ruido. Calles vacías bajo un cielo estrellado. Silencio, soledad, libertad. Un refugio al aire libre en el que esconderse. Una acción transgresora, pero a la vez vacía. Una huida, sin rumbo ni destino. La llamada de la noche que atrae a borrachos, almas perdidas y también a depredadores. Cazadores cuya brújula está tan desnortada como de aquellos de quienes se alimentan.

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Color morado. Primerísimo plano frontal de un edificio, cámara asciende en aceleración, antes de alcanzar la cúspide salta a un plano panorámico general de la ciudad. La cámara retrocede, un plano global muestra una figura recortada contra el firmamento. Primerísimo plano frontal de sus piernas, cámara asciende lentamente. Primerísimo plano de la mano desabrochando un botón. Plano general, se despliega la capa. Primer plano lateral del rostro semioculto. Primerísimo plano central del pie dando un paso al vacío. Plano general congelado del salto al vacío. Tiempo transcurrido: 30 segundos. Damas y caballeros, el maestro Tomoyuki Itamura lo ha vuelto a hacer. Ya nos dejó sin habla en la serie Monogatari y aquí regresa con fuerza. No solo juega con las luces, los colores y un dominio sin par de la cámara, también emplea elementos arquitectónicos y espaciales. Un parque infantil, una máquina de refrescos, una habitación vacía son elementos plásticos en sus manos. Si en la serie Monogatari asombraba con los contrastes de colores, aquí lo hace con una alocada explosión monocromática.

Hace tiempo hemos visto pivotar el rol del vampiro, del monstruo gótico de Bram Stoker en series como Shiki, al ser romántico reimaginado por la pluma de Anne Rice. Yofukashi no Uta es la enésima vuelta de tuerca del post-vampirismo moderno. Un ser cada vez más humanizado, más despojado si cabe de aquellos elementos que lo caracterizan, hasta el punto de casi dejar de ser una historia de vampiros para transformarse en otra cosa. En una historia de búsqueda personal, de comprensión del metasentido de las relaciones interpersonales. ¿Qué une a dos personas? ¿Qué es el amor? ¿Es algo que puede medirse? ¿Qué puede aprenderse? Y digo casi, porque en la segunda temporada regresa al tropo y lo retuerce y subvierte convirtiéndolo en un recurso de la trama con el que profundizar en los personajes y sumergirnos más que nunca en su razón de ser. Pero se toma su tiempo, lo hace sin prisa. No es una historia sobre el desenlace, lo es sobre su camino. De nuevo la sombra de Monogatari emerge en estos diálogos elaboradamente casuales. Circunloquios discursivos, que, como su arte, nos atrapan y envuelven.

En una obra de esta calidad artística la música no podía quedar fuera. Los temas de sendas temporadas se unen como si pertenecieran a un mismo album. Al sonido urbano de Creepy Nuts le acompaña una composición visual poderosa. Un grupo musical que consolida así su posición en el anime. Aunque Yofukashi no Uta fuera su punto de inflexión, muchos lo conocerán mejor por el pegadizo Bling-Bang-Bang-Born, tema de Mashle. Cabe destacar la influencia andaluza del tema de apertura de esta temporada, incluido un guiño directo al flamenco.

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Como incondicional seguidor de Tomoyuki Itamura, confieso no ser imparcial; tampoco es que pretendiera serlo. Yofukashi no Uta es una obra que ha de ser degustada, no puede ser consumida. Si en algo peca, es un desarrollo que parece no moverse y dejarnos atrapados en él. Gira y gira sin cesar sobre sí mismo, pero cuando aguzamos la mirada nos percatamos que ya no estamos en el mismo punto, nos hemos visto arrastrados y el baile dialéctico y narrativo sigue su danza llevándonos hacia nuevos e inexplorados parajes. Con Yofukashi no Uta no hay medias tintas, o lo amas, o te deja sumido en el hastío.

Título Original
よふかしのうた
Estudio
LIDENFILMS
Obra Original
Manga (Kotoyama)
Director
Tomoyuki Itamura
Emisión
Verano 2022
Verano 2025
Episodios
13 (23 min)
12 (23 min)

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