Claymore
Sensación: trágica fatalidad.
Ritmo: inexorablemente rápido.
Ideal para: una tétrica noche de invierno.
Destaca por: su crudeza y la amplitud de temas que trata.
Presta oído a: la atmósfera creada por la orquestración de Masanori Takumi.
Clave visual: estilo elegante y alargado, tan bello como brutal.
Para amantes de: la oscuridad y la tragedia.
Sorprendente por: la capacidad de crear personajes tan diferentes sobre una misma premisa.
Continuamos el descenso a las tinieblas que exploramos recientemente abriendo el baúl de los recuerdos. Toca desempolvar esta vez una obra de referencia de la fantasía oscura: Claymore. Este anime de 2007 nos traslada hasta una especie de Europa alternativa que bien podría estar situada en la frontera entre el Medievo y el Renacimiento. Un mundo habitado por gente sencilla, pero temerosa, no solo de aquellos que los ponen en peligro, también de sus salvadores. Sobre este lúgubre tapiz, el autor despliega a personajes condenados que utiliza para explorar temas tan variados como la lucha por contener al monstruo interior, que sentido damos a nuestra existencia o la dificultad de romper los lazos nos atan a las obligaciones adquiridas. Es una historia de violencia y muerte, en la que pugna con obstinación por no ser apagada la chispa de la esperanza.
En un pueblo innominado, un pueblo como cualquier otro una historia común se repite. Aparecen cuerpos desventrados, medio consumidos. Son las víctimas de un yoma, un demonio antropófago capaz de tomar forma humana. Por este motivo, el caudillo del pueblo no tiene más remedio que tomar la impopular decisión de solicitar a una Claymore. Pocos días después, ataviada con una capa y una pesada espada en la espalda, aparece una esbelta joven rubia de ojos plateados. Más que esperanza, su llegada causa recelo, miedo y repugnancia. Las Claymore son las únicas capaces de hacer frente a los yoma, pero a un alto precio, ellas mismas son medio humanas, medio demonio.
El mundo de Claymore no es para estómagos débiles, borbotones de sangre y apéndices mutilados dominan con frecuencia la pantalla. Sin embargo, logra combinar la brutalidad con la elegancia. Las protagonistas, aún siendo guerreras, están dotadas de una gracia y presencia etérea, casi aristocrática, un diseño que recuerda a ciertos shoujo manga, sin llegar a su finura extrema. Las Claymore visten un atuendo blanco y estilizado que cubre por completo sus cuerpos despojándolos de sexualidad. Aún siendo su feminidad bloqueada por su propia naturaleza monstruosa, reside en ellas una sensualidad fría e inalcanzable. Todas ellas iguales, pero a la vez diferentes, como facetas infinitas de una misma gema. Según avanzan los episodios, se desvelan sus matices y reflejos, poco a poco atravesamos esa superficie gélida que parecía impenetrable para descubrir sus historias torturadas, sus miedos y anhelos.
La composición musical de Masanori Takumi elemento inseparable de la serie. Asombra la riqueza acústica y la gran selección de instrumentos que se emplean, desde el harpa, el acordeón o la gaita, hasta instrumentos electrónicos a los que se añade ocasionalmente florituras vocales femeninas. Combina además diferentes estilos, dando dinamismo y enfatizando los varios elementos que componen la serie para realzar desde periodo histórico en el que se sitúa hasta servir como motor emocional. Aunque funcional y bien articulada, si algo puede achacársele es carecer de la suficiente personalidad para convertirse en una banda sonora realmente memorable como sí ocurre con Berserk o Akira.
La trama empuja a Claymore hacia un género paradigmático del anime shonen: el de combate e incremento progresivo de poder. Sin embargo, se une a esta necesidad de aumentar su fuerza para hacer frente a nuevos retos de dificultad creciente, el conflicto interior de los personajes entre su humanidad y su lado demoníaco. Esta lucha interna para escapar del fatídico destino al que sus protagonistas están condenadas se convierte en el leitmotiv de la serie creando escenas de gran intensidad emocional, sin las cuales carecería de identidad propia. Otro motor dramático fundamental que bloquea la esperanza y vías de escape presente en la serie es la pertenencia de las Claymore a la Organización, un ente oscuro e omnipresente que vigila, dirige y coarta cada uno de sus movimientos.
Claymore no carece de defectos que de haber sido subsanados podrían haber elevado el anime a obra maestra. El primero y principal es una escalada de poder que si bien inicia de forma progresiva y orgánica acelera a trompicones de forma demasiado abrupta restado no solo credibilidad, también fuerza dramática. El segundo es el final de la serie. Hay que advertir que Claymore está basado en el manga homónimo de Norihiro Yagi, que en el momento de la producción del anime estaba inconcluso. A dos capítulos por terminar la primera temporada, el estudio Madhouse decidió proporcionar un cierre a la historia creando un final alternativo altamente criticado. Teniendo en cuenta los elementos que tenía sobre la mesa y viendo lo ocurrido con otras series como Berserk, aún deseando que hubiera habido una segunda temporada, no me atrevo a juzgar categóricamente que fuera una pésima elección. A pesar de ello, Claymore es un buen clásico de la fantasía oscura, potente en su propuesta tanto argumental como estilística que ningún aficionado al género debería pasar por alto.
- Título Original
- クレイモア
- Estudio
- Madhouse
- Obra Original
- Manga (Norihiro Yagi)
- Director
- Hiroyuki Tanaka
- Emisión
- Primavera 2007
- Episodios
- 26 (23 min)
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